Tema 4 ¿Cómo promover el bienestar?

El papel de las escuelas en el apoyo y la promoción de la salud mental y el bienestar se puede resumir de la siguiente manera:

  1. Prevención: mejorar la salud mental y el bienestar de toda la población escolar.
  2. Identificación: detectar problemas emergentes lo antes posible y con la  mayor precisión.
  3. Atención temprana: ayudar a los alumnos y estudiantes recibir atención de especialista: psicólogo escolar.
  4. Acceso a consultas profesionales: cooperar eficazmente con agencias externas  para brindar acceso rápido o derivación a consultas y  tratamiento proporcionado por especialistas.

En las siguientes diapositivas  analizaremos estos elementos en profundidad.

En cuanto a la prevención en la primaria, para procesar el período de pandemia, es importante seguir tres pasos (Herman, 1997):

  1. Crear un contexto estable y seguro;
  2. Seguir la fase de recreación, expresión y reconocimiento emocional;
  3. «Reconectar» con su propio entorno y con los demás.

Dichas actividades se pueden llevar a cabo en el contexto escolar, ofreciendo, en primer lugar, medios de intercambio socioemocional.


Pasos prácticos:

  • Reconstruir un momento clave del tiempo pasado con los miembros de familia durante la pandemia y compartirlo con los compañeros;
  • Reconocer y posteriormente recrear sus propias experiencias emocionales;
  • Generar pensamientos anticipatorios positivos y reestablecer la conexión entre los niños/jóvenes y la comunidad escolar (ej.: Pedir a los niños que nombren algunos amigos de la escuela y las actividades favoritas que volverán a hacer juntos);

Es primordial crear en cada aula/escuela un ambiente de serenidad y confianza en los demás:

  1. Retomar la escuela reiniciando el proceso desde el aspecto relacional y amistoso, volviendo a experimentar modos de cooperación, escucha y comprensión del otro;
  2. Los trabajadores de la escuela son responsables de estar atentos y disponibles a atender las necesidades de los alumnos, brindándoles información que pueda ayudarles a procesar lo sucedido y estructurando la enseñanza de manera clara y accesible;
  3. Recuperar las rutinas, haciendo que el día sea lo más predecible posible sin negar el pasado, ni esperar hacer las cosas como si no hubiera pasado nada.
  4. Apuntar a la autoridad, lo que implica la capacidad de establecer reglas que tengan significado, incluso si no siempre son cognitivamente comprensibles. Establecer límites es fundamental para el buen manejo emocional de los niños/jóvenes.
  5. Es fundamental proponer actividades que favorezcan una orientación hacia el futuro, trabajen la imaginación y creatividad y fomenten una forma de autoreconocimiento positivo por parte de otros compañeros y maestros.
  6. Promover la resiliencia, fomentando la socialización a través de debates y trabajo en grupo, brindando oportunidades para experimentar el éxito al cultivar en los alumnos un sentido de competencia para hacer las cosas (Masten, 2007).
  7. Mejorar los recursos presentes en el contexto de la escuela y el aula, en vez de centrarse únicamente en las consecuencias de los eventos estresantes.

Finalmente, ¡es fundamental fomentar las estrategias de afrontamiento!

Las estrategias de afrontamiento son un conjunto de acciones tanto cognitivas como conductuales, que el sujeto lleva a cabo para cambiar y/o manejar demandas internas y/o externas (los estresores).

Es así un proceso activo, una respuesta aprendida y consciente que el sujeto utiliza para hacer frente a las dificultades y estresores (Folgheraiter, 2003).


Todos los modos de afrontamiento, si apoyados y reforzados por adultos presentes y sensibles, ayudan a definir el «Yo» del niño.

En efecto, la autopercepción de poder afrontar eficazmente las dificultades está ligada a sentimientos de dominio y autoeficacia, seguridad y confianza en uno mismo y hacia los demás.


El profesor y la escuela son fuentes importantes de apoyo para el desarrollo de resiliencia y estrategias de afrontamiento, ya que son capaces de (House, 1981):

  • apoyo emocional (interés, afecto, cuidado y empatía hacia los demás) – apoyo instrumental (intervención activa en el entorno de la persona)
  • apoyo informativo (ofreciendo sugerencias, consejos e información)
  • apoyo afiliativo y de pertenencia (brindar confianza, aprecio y estima por el otro).
  • apoyo instrumental (intervención activa en el entorno de la persona)
  • apoyo informativo (ofreciendo sugerencias, consejos e información)
  • apoyo afiliativo y de pertenencia (brindar confianza, aprecio y estima por el otro).

El estrés debe ser considerado como una función esencial de nuestro organismo, ya que nos permite hacer frente a las demandas, pero también a las presiones y amenazas externas, es decir, ofrece la ventaja de adaptarse a nuestro entorno; esto es esencial para la supervivencia de los seres humanos (Lazarus y Folkman, 1984).


Así, podemos distinguir entre la angustia y el eustrés:

EUSTRÉS: Estrés que permite la activación de funciones adaptativas respecto al problema, permitiéndonos, por ejemplo, hacerle frente dedicándole la atención y energía adecuadas.

ANGUSTIA: Cuando la situación estresante exige un esfuerzo adaptativo que supera las posibilidades percibidas por el individuo y se traduce en un estrés progresivo, que puede llevar al deterioro de las defensas psicofísicas de la persona, incluso y especialmente en el aspecto evolutivo.


Un evento dramático como la pandemia es un estresor colectivo y, por lo tanto, adquiere ciertas características que trascienden la dimensión  individual (Barton, 1970; Bronfenbrenner, 1986; Mawson, 2005). En este tiempo, varios niños/adolescentes experimentaron eventos traumáticos.

TRAUMA PSICOLÓGICO: estrés de extrema  gravedad, que amenaza el bienestar mental. El aspecto clave es el impacto que el pensamiento o recuerdo relacionado con el trauma puede tener en el funcionamiento  del niño/joven en diversos contextos (amigos, familiares, escuela).


¿Cómo podemos identificar las señales de angustia en la escuela?

  • Primero, preste atención a todos los cambios, considerando su intensidad, duración, comportamiento apropiado,  relativo a la edad, así como el nivel de interferencia en varios contextos de la vida, como particularmente en la escuela.
  • La observación cubre múltiple niveles: el somático, conductual,emocional y cognitivo.
  • Nivel somático: como dolores de estómago y dolores de cabeza. Aunque se trata de quejas típicas de la infancia, pueden aparecer con mayor frecuencia y en situaciones específicas, revelando así la posible presencia de un factor estresante. El niño también puede mostrar hipervigilancia, parecer cansado e incurrir cambios repentinos en el peso.
  • Nivel conductal: niños pequeños pueden retroceder y cambiar su forma de jugar y comportarse, mostrando un comportamiento restringido y repetitivo, reproduciendo el factor estresante. Niños más mayores, por otro lado, pueden empezar a retraerse, hablar demasiado o muy poco, tener problemas para relacionarse y adoptar comportamientos más riesgosos.

  • Nivel emocional: dificultades en el manejo y regulación emocional, con expresiones de enfado, bajo estado de ánimo, miedo excesivo, sentimientos de impotencia, poca confianza en sí mismo y en los demás, o apatía.
  • Nivel cognitivo: desde manifestaciones leves como dificultad para concentrarse hasta expresiones más severas, como deficiencias en el desarrollo de ciertas habilidades, dificultades de aprendizaje en la escuela. Además, los niños pueden revivir traumas, experimentar episodios de disociación y comportarse de manera diferente hacia los demás, la vida y el futuro.

Aquellos «bajo observación» serán los «más frágiles» (Flynn, 2006), incluyendo:

  • alumnos con necesidades educativas especiales;
  • alumnos con discapacidad;
  • alumnos con patologías médicas o psicológicas ya diagnosticadas;
  • alumnos que experimentan o enfrentan momentos de transición, tales como la separación, divorcio y duelo.

Dicha observación especial se debe a que existen 4 dominios de factores de riesgo para el desarrollo de malestar psicológico, que están estrechamente relacionados entre sí:

  • Características internas del niño (vulnerabilidad biológica, temperamento, habilidades cognitivas);
  • Calidad de las relaciones con las figuras de apego;
  • Estilo de cuidado parental y estilo de socialización;
  • Contexto familiar (acontecimientos críticos, estrés familiar, trauma, red social).

  • Crear un espacio de escucha con un psicólogo en un lugar que no sea el aula, pero en la escuela donde los niños/jóvenes puedan:
  • Identificar y objetivar su problema y las emociones involucradas en ello;
  • Iniciar formarse en psicoeducación sobre cómo funcionan ciertas «respuestas automáticas» y cómo se interrelacionan situaciones, emociones y pensamientos;
  • Proporcionar oportunidades para el replanteamiento emocional y la reflexión sobre sus propias estrategias de afrontamiento, a veces disfuncionales frente a las dificultades;
  • Sugerir ejercicios breves de mindfulness meditación para reducir el «estrés» y aumentar las habilidades de afrontamiento emocional.

Promover algunas de las habilidades en las diferentes secciones del documento de la OMS (2020) para hacer frente a momentos de estrés, en particular:

  1. Mantener la calma;
  2. Desconectar;
  3. Ser amable;
  4. Dejar espacio.

1. Mantener la calma durante  tormentas emocionales, observando sus propios pensamientos y sentimientos, aminorar el paso y conectar con su cuerpo, empujando lentamente los pies contra el suelo, estirándose y respirando, y luego  reenfocándose y conectándose con el mundo alrededor.

2. Desconectar:

  • Observar el pensamiento o sentimiento pesado con curiosidad. Concentrar la atención en ello. Imaginar que la sensación de dolor es un objeto y observar su tamaño, forma, color y temperatura;
  • Nombrar el pensamiento o sentimiento pesado;
  • Luego, volver a concentrarse en lo que está haciendo. Prestar plena atención a todos.

Aquí se puede escuchar una meditación guiada de uno de los autores líderes , John Kabat Zinn.

3. Ser amable. Observar el dolor propio y el de los demás y responder con amabilidad. Deshacerse de los pensamientos desagradables identificándolos y nombrándolos. Luego, tratar de hablar consigo mismo de manera amable. Siendo amable consigo mismo tendrá más energía para ayudar a los demás y más motivación para ser amable con los demás, por lo que todos se beneficiarán.

4. Hacer espacio, tratar de alejar los pensamientos y sentimientos pesados a menudo no funciona muy bien. Entonces, en lugar de ello, liberarles espacio:

  • Observar el pensamiento o sentimiento pesados con curiosidad. Centrar la atención en ello. Imaginar que la sensación de dolor es un objeto y observar su tamaño, forma, color y temperatura;
  • Nombrar el pensamiento o sentimiento pesado;
  • Permitir que el sentimiento o pensamiento pesado se vaya y venga como el viento.

  • Capacitar a la escuela, a través de las competencias implicadas, para ofrecer asistencia y enviar/reportar «emergencias» fuera del ámbito escolar, estableciendo una red de apoyo y continuidad de intervención con el Sistema Sanitario.
  • Asegurar que el padre/madre mantenga continuidad en el cuidado del niño e intervención oportuna como respuesta a las dificultades experimentadas por el niño, explicando claramentea las personas involucradas los pasos a seguir para hacerse cargo de ello fuera del ámbito escolar.
  • Activar una línea directa entre la escuela y el Sistema Sanitario para comunicarse de la forma más directa y rápida posible.